Durante toda mi vida me habían calificado como una chica atractiva. Para mis 16 años, tengo el pelo castaño muy largo, que me cae hasta el ombligo en suaves ondas, suelo llevar el pelo suelto, y pocas veces me lo recojo en trenzas o coletas. La forma de mi cara es un poco redonda, con una fina frente, una barbilla clásica, y unos pómulos marcados. Mis ojos son una mezcla de colores, como si los hubiesen metido en un cuenco y los hubiesen mezclado a lo loco, pues si por una parte son del color del océano, un bonito azul intenso que destaca al centrar mi mirada en una persona, dándome un toque inocente, por otra parte contienen tonalidades grises. Sí, mis ojos son grises azulados. ¿Alguna vez habéis visto una persona de ojos grises? Es bastante raro si lo piensas. Rodeando mis ojos, están unas finas y delicadas largas pestañas de un gran negro intenso. Sobre mis ojos, descansan unas cejas ligeramente arqueadas, dándome así un toque de interés continuo. Mi nariz, respingona, marcaba mi rostro con una sensación de amabilidad. A su alrededor descansan suavemente unas pecas que me dan un toque infantil y travieso. Sobre mi rostro, se encuentran unos carnosos labios, con unos dientes blancos perfectamente alineados en su interior, Al sonreír, se me hacen hoyuelos, los típicos hoyuelos, nada que no se haya visto nunca, ¿no?
Mi cuerpo es intermedio respecto a la altura, pero estoy nivelada respecto al peso, y además es bastante atlético. ¿Mi postura? Siempre suelo estar erguida, con la barbilla bien en alto, mostrando que no le temo a nada ni nadie, infundiendo respeto. Mis movimientos suelen ser rápidos y enérgicos, salvo cuando estoy especialmente perezosa, por supuesto. Llevaba puesta una camiseta de tirantes blanca, con unas letras multicolores en las que ponía '' Fashion chic ''. Además llevaba unos shorts vaqueros claritos que me llegaban a la altura de los muslos. Y por último, unas zapatillas Vans, blancas con una línea roja que llegaba desde el principio al final de la zapatilla.
Pero, a pesar de lo que la gente pudiese pensar, estos comentarios ya me estaban cansando...
- Para ser la nueva, no estás nada mal - dijo un chico al pasar por mi lado.
- ¡Eh guapa, llámame! - me gritó otro.
De reojo vi a un grupo de chicos que me estaban mirando fijamente con una sonrisa tonta en sus caras, así que seguí andando e hice como si nada, es mejor ignorar a la gente así.
Si hay algo que odio, son los institutos. Y si hay algo que odio aún más que los institutos, ¡es el primer día de colegio en un nuevo instituto!
Yo ya le había dejado claro a mi madre que no quería mudarme, pero claro, ¡cómo son los padres! Cuando se les mete una idea en la cabeza, no hay quien se la saque. ¡Lo que hay que aguantar! "Cariño, todo esto es por tu bien"; "Pero hija, deja de quejarte por todo, no es para tanto, y al final seguro que acabas pasándolo bien"; "No te preocupes, seguro que te va bien, harás muchos amigos y lo pasarás estupendo "; "Debes hacer esto y eso y aquello y lo otro"; si hay otra cosa que odio, es que me manden. ¡Cómo si ellos tuviesen derecho a obligarme!
Bueno, pues después de todo aquí estoy, en medio de un barullo de adolescentes totalmente locos, y sin conocer a ninguno. Las chicas son todas unas completas pijas, con ropa de marca, veintisiete capas de maquillaje, y sin olvidar sus uñas postizas, claro, ¿para qué pintarse las suyas? no sea que se les rompan... ¿Y los chicos? Todos unos salidos, obsesionados con ligar, típico.
¿Pero acaso no hay nadie normal aquí? Acaba de empezar el día, ¡y ya estoy deseando que se acabe!
Logré hacerme a un lado de todo el gentío y llegar hacia lo que parecía la puerta de entrada, '' New York Highschool '' decía un gran letrero, alcé la vista y vi el gran edificio que tenía frente a mí. Sin duda, ese era un gran instituto, no sabía cómo conseguiría llegar hacia mi clase, estaba convencida de que me perdería, habría sido típico en mí, pensé para mis adentros.
Me armé de coraje, y decidí entrar de una vez al edificio, pues tarde o temprano tendría que entrar. Nada más entré, pude observar una gran sala de la que salían varios pasillos. Vi que encima de la entrada de cada pasillo, había carteles en los que ponía los cursos hacia los que llevaba cada uno.
Rápidamente busqué con la mirada el pasillo que llevaba hacia mi curso: 1º de Bachillerato. Me adentré en el pasillo, las paredes estaban hechas con azulejos azul claro, y me reflejaba cada vez que miraba hacia ellas. Al pasar vi la puerta de la clase de 1ºA, después de unos segundos llegué a 1ªB. De repente bajé la vista hacia mi reloj para mirar la hora y, ¡no podía ser, llegaba tarde el primer día!
Salí disparada atravesando el pasillo hacia mi clase, corrí como si no hubiese un mañana, hasta que la localicé, " 1º de bachillerato, clase D ", y cuando estaba tan solo a un par de pasos de llegar, fui a entrar en la clase, y ¡pum! ¡portazo en la cara! ¡No podía ser! ¿Tan mala suerte tenía?
Y encima, lo que me faltaba. Por que poco... ¡Qué mala suerte!
- ¿Tu primer día y ya llegas tarde, morenita? - oí que decía una voz a mi espalda.
Rápidamente me giré y vi a un chico alto; me sacaba casi una cabeza, era esbelto, robusto y musculoso. Tenía el pelo negro como el carbón peinado cuidadosamente hacia atrás. Su piel era morena, y sus ojos, de un color verde esmeralda, le daban un toque exótico y misterioso; sin duda eran, a-l-u-c-i-n-a-n-t-e-s, eran de esos ojazos que te podían hipnotizar con una sola mirada. Sus cejas, eran rectas, mostrando despreocupación, pero todo lo contrario que sus anchos labios, que estaban curvados hacia arriba, aparentando diversión. ¿Se reía de mi?
Su nariz, algo gruesa, resaltaba que era robusto. Estaba apoyando un brazo en las paredes del pasillo, poniendo todo su peso sobre el lado derecho. A pesar de ser robusto, sus movimientos poseían una gracia y rapidez extraordinarios, como si estuviesen pensados antes de realizarse. En su oreja derecha se apreciaba un piercing, y además pude ver una pequeña cicatriz que llegaba desde debajo del lóbulo de la oreja derecha hasta aproximadamente la mitad de la mandíbula. Vestía unos viejos jeans desteñidos y algo desgarrados, junto a una simple camiseta roja de algodón. Por encima llevaba una chaqueta negra de cuero que le daba un toque bastante... sexy.
Era guapo, muy guapo, sin duda alguna.
Al ver que no le respondía, pues me había quedado observándole, me dijo:
- Hombre, ¡pero si tenemos aquí a una morenita muda! ¿Qué pasa? ¿Acaso me tienes miedo? Tranquila, no muerdo... o sí, ¿quién sabe? - Y tras decirlo soltó una risotada.
Abrí la boca para replicar, pero la verdad no supe que contestar, por lo que me crucé de brazos y guardé silencio.
- Y bueno, ¿cómo te llamas? - me preguntó el chico mientras se reía.
Yo sólo le miré fijamente con los ojos entrecerrados, en una amenazadora mirada. Sí, sin duda alguna se estaba riendo de mí.
- Bueno, pues si no quieres hablar, que así sea, solo observa - dijo con una sonrisa en su rostro, y a continuación me guiñó un ojo.
No sé si fue una corazonada, pero esa sonrisa me dio mala espina, aunque antes de que pudiese siquiera moverme, se dirigió hacia la puerta y la abrió de una patada.
Se giró hacia mí y me dijo: -Las señoritas primero.
Yo no sabía si entrar, pero antes de poder tomar una decisión, el chico del pelo negro se giró, me agarró del codo y me arrastró hacia adentro.
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¡Espero que os haya gustado!
Seguiré subiendo más capítulos pronto (:
También podéis decirme qué os ha parecido, en los comentarios abajo ^^
¡Muchas gracias!
Att: Inés